Bienvenidos a “Chile el oasis Latinoamericano”, un país largo y angosto con diversos y hermosos paisaje desde el norte al sur. Sin duda es un país increíble, con una sociedad maravillosa, una de las consideradas más felices y prósperas dentro de América Latina, y una economía estable, aquí solo se respira paz. Pero espere, que hay algo más que quiero contarles.
En este país existe un impactante paisaje, pero de desigualdades y conflictos sociales. Existe una gran pobreza concentrada a lo largo del país y una riqueza concentrada solo en unos pocos, aquí dicen que somos felices, pero los abuelos se suicidan porque no les alcanza para comer, las personas viven agobiadas porque tienen que pagar deudas y no les alcanza, aquí se mueren por un sistema de salud que no puede entregarles ni una cama cuando deben ser hospitalizado y las familias sufren al verlos desahuciados. Muchos deben endeudarse para poder comer o tener una casa pequeña. Educarse, para aspirar a poder tener un poquito más que antes, significa endeudase. Aquí nuestros recursos naturales son solo productos para el mercado y la tierra solo representa un buen negocio para los empresarios, existe saqueo y sobreexplotación.
Aquí no somos felices.
Un paisaje es “un área en la superficie de la Tierra, que es el resultado de factores naturales y humanos, tanto tangibles como intangibles, y su interacción con el tiempo. Percibido por la gente, el paisaje refleja la diversidad de culturas” (IFLA, Federación internacional de Arquitectos del Paisaje), siendo en pocas palabras, una interpretación y forma de como vemos el espacio, comprendiendo sus procesos y ciclos e incorporando aspectos culturales, históricos como simbólicos desde sus comunidades.
Entonces, ¿cómo es el paisaje de Chile?
El paisaje de Chile, refleja cómo un sistema neoliberalista ha puesto por encima del valor humano y ambiental, el pensamiento de la productividad y sobreexplotación, sin poner atención al rol y relación de los paisajes con las comunidades ni mucho menos a los beneficios que representan para el vivir y el habitar de las personas. Las desigualdades sociales en los últimos años, no solo han logrado detonar y persistir dentro de los contextos económicos, sino que también han sobrepasado tanto las barreras de la calidad de la salud, la educación, los precios de viviendas, la mente, llegando hasta los ecosistemas, los paisajes, incluso en el planeta mismo.
El denominado “oasis” es un paisaje violado por el neoliberalismo, sobreexplotado, privatizado, dañado por la falta de empatía y consciencia, encarna un gran grito de desesperación: “véanme, existo, ayúdenme, paren por favor”. El 20 de octubre del 2019, el presidente Sebastián Piñera, mismo autor de la frase “Nuestro país es un verdadero oasis”, dijo “Estamos en guerra”. Y ¿sabe lo que pienso?, que todos aquellos hermosos paisajes de Chile no podrán verlos de la misma manera quienes han perdidos sus ojos, y todos aquellos que han muerto ya no los verán nunca más.
Esto es por ellos, por quienes anhelaron ver un paisaje sin desigualdad.