Facultad de Arquitectura y Urbanismo
de la Universidad de Chile

Jóvenes
María José Poblete Almendras
Universidad de Chile
Facultad de Medicina
Años de silencio, de conformidad y de desesperanza. En este escenario aparecen las y los jóvenes, quienes muestran que la “desobediencia” al orden social es una virtud y que permiten hacer frente al malestar incrustado que se vivía con naturalidad en la cotidianidad de los chilenos. Ellas/os sostienen la lucha social que busca derribar las barreras de la desigualdad.

Ser joven en Chile no es una tarea fácil ya que cualquier intento de participación se criminaliza ya sea por las formas en que se divierten, los lugares que habitan, las formas de expresión y relación. En otros casos, se subestiman sus capacidades de participación, por lo que se les resta autonomía en los espacios donde se desenvuelven. Las/os jóvenes, aquel grupo social encasillado en los riesgos, los excesos y la indiferencia son las principales víctimas del sistema del capital que los impulsa a formarse y normarse para la vida adulta; vida adulta productiva que permite que el sistema se mantenga y que los mismos de siempre vivan la prosperidad propia del mundo globalizado. La existencia de estos sujetos prevalece por su proyecto futuro y son vistos como personas que se encuentran en tránsito hacia la posibilidad de ejercer la ciudadanía. Es así como día a día viven el yugo de la sociedad capitalista que decide sobre sus vidas y les hace competir por el proyecto que promete estabilidad y progreso, y que para muchas/os se establece como una meta que les permitirá la movilidad social para sí mismas/os y para su grupo familiar. Esta realidad agobiante permite comprender el porqué de los altos índices de intentos de suicidio en este grupo social. Pero ahora se enfrentan sin miedo a la represión, sin miedo a ser heridas/os, sin miedo a la muerte, porque los intentos de acercarse a esta última han sido parte de su historia. No tienen miedo porque ya conocieron la desesperanza vivida por sus padres y abuelos, han visto a sus familias perder la confianza en el otro debilitando sus lazos con la sociedad y con las instituciones.

La lucha social que está latente en la actualidad en Chile no es más que un despertar de conciencias acalladas por años, en donde la mayoría ha vivido las inclemencias de un sistema económico que precariza, que enajena, que hace priorizar lo individual sobre lo colectivo. Años de silencio, de conformidad y de desesperanza. En este escenario aparecen las y los jóvenes, quienes muestran que la “desobediencia” al orden social es una virtud y que permiten hacer frente al malestar incrustado que se vivía con naturalidad en la cotidianidad de los chilenos. Ellas/os sostienen la lucha social que busca derribar las barreras de la desigualdad.

En este sentido, las y los jóvenes se dieron cuenta que el punto de partida es el bienestar colectivo por sobre las individualidades, y que es el momento de romper con la lógica que impone el régimen económico al establecer patrones de éxito asociados a la subordinación al trabajo y a estilos de vida idealizados que no dan cabida al bienestar, a la protección social ni al sentido de comunidad.