Si consideramos que la recuperación de la democracia está estrechamente entrelazada con la consolidación de una gubernamentalidad neoliberal, el debate lo podemos circunscribir a la calidad de nuestra democracia y a los mecanismos de integración y efectos redistributivos que esta despliega. En una columna reciente, hemos señalado que nos encontramos frente a un intento fallido de integración y ello, principalmente, porque el mecanismo no operó en términos reales y objetivos sino más bien a nivel subjetivo. En otras palabras, se trató de una puesta en escena, de la construcción de una mera escenografía, de un mero decorado; un buen ejemplo de esto se expresa en las transformaciones imaginadas por los programas de regeneración barrial: llevar a los barrios populares los estándares de los barrios acomodados para así “recrear” una experiencia urbana de la ciudad ilustrada, formal, moderna, integrada, pero sin cambiar en nada los problemas estructurales que impactan en la calidad de vida de dichos barros populares.
En tal escenario, o más bien en tal escenografía o decorado, lo que observamos es una fisura, una rasgadura en el telón de fondo que se construyó para “recrear” dicha experiencia de integración y que deja a simple vista –aunque las autoridades políticas aun son incapaces de verlas– lo que está en bambalinas: desigualdad e injusticia social intolerables, esfuerzos y recompensas distribuidos de manera inversamente proporcional entre los pocos ganadores y muchos perdedores de este modelo de desarrollo. Y lo que se ha instalado, gracias a esta fisura provocada por los evasores del metro, es que ya no importa el decorado sino la trastienda del problema, su trasfondo. Y lo más importante, a mi juicio, es la germinal pero muy potente idea que se ha instalado: estamos frente a un desafío que nos interpela a todxs y que, por tanto, no es transferible.
Una fisura en el decorado que nos abre la posibilidad de encontrarnos, reflexionar, debatir y proponer desde saberes diversos, desde espacios diversos, desde comunidades diversas. Una fisura que reinstala sueños, una fisura que nos invita a construir democracia.